miércoles, 15 de mayo de 2013

EL PERONISMO ORIGINAL. A 70 AÑOS DE LA REVOLUCIÓN DEL 4 DE JUNIO DE 1943.



HISTORIA DE LOS 70 AÑOS DEL PERONISMO: LA ETAPA FUNDACIONAL.

 Por Américo Rial y Rodolfo J. Brieba.

LA REVOLUCIÓN DEL 4 DE JUNIO DE 1943

En la historia patria la revolución militar del 4 de junio de 1943 se enlaza con la movilización popular del 17 de octubre de 1945 y con el triunfo de Perón en las elecciones nacionales del 24 de febrero de 1946 como 3 hitos fundacionales de un mismo curso evolutivo.


Introducción

Próximamente se cumplirá el 70º aniversario de aquel acontecimiento  lo que motiva este aporte procurando ordenarlo sumariamente para conocimiento de las nuevas generaciones interesadas por la política y la historia como así también para rememorarlo en los mayores que tuvieron oportunidad de leer al respecto o recibir testimonio de los contemporáneos de aquellos tiempos.
Un día 4 de junio de 1943 una revolución militar dio un sesgo diferenciado a la historia argentina cuyas consecuencias todavía operan en el destino de la Nación.
Tal movimiento exclusivamente militar no emergió como hecho aislado descontextualizado de la realidad nacional sino que fue la resultante superadora de la corrupción de un modelo de gobierno que había llevado a la Argentina a una dependencia total respecto a los intereses permanentes de Inglaterra y consecuente reacción de los sectores involucrados en la cosa pública como servicio a una causa superior y común provenientes de distintos estratos intelectuales y sociales.
Quien tal vez mejor expresara tal situación histórica con rasgos épicos ha sido José Luis Torres (1) en la dedicatoria del libro “Los perduellis” en los siguientes términos:“El movimiento de restauración argentinista del 4 de junio ha demandado un largo y continuado esfuerzo. No ha sido, como muchos pudieron suponerlo, sorprendidos por la aparición de las tropas en la plaza de Mayo en las primeras horas de la tarde de ese día, una reacción sorpresiva. Los imperativos del patriotismo venían sacudiendo los espíritus desde hacía ya varios años, y existía un deber indeclinable impuesto a la conciencia de todos los buenos argentinos”.


Antecedentes Internacionales

Fueron la primera guerra mundial de los años 1914/1918 y los tratados consecuentes; la revolución soviética de 1917; el ascenso del fascismo en Italia en 1922; la crisis económico financiera desatada en 1929 en la Bolsa de Nueva York con desocupación crónica a nivel mundial;  la llegada al poder del nacional socialismo en Alemania en 1933; la guerra civil española entre 1936 y 1939;  la segunda guerra mundial de los años 1939 a 1945 todo lo cual implicó tensiones y replanteo de fuerzas y concepciones ideológicas y políticas cuyas consecuencias operaron en el resto del siglo XX


Antecedentes nacionales

Entre otros están constituidos por la caída del gobierno de Hipólito Yrigoyen y golpe del 6 de setiembre de 1930 encabezado por el general Uriburu;  la presidencia de Agustín P. Justo 1932/1938; las presidencias de Roberto Ortiz y Ramón Castillo desde 1938 a 1943;  los fraudes electorales durante la “década infame”; el pacto Roca-Runciman y la anexión de la Argentina a Gran Bretaña (“la perla más preciada de la Corona”);  la institucionalización del monopolio inglés en materia de transporte público de la ciudad de Buenos Aires con confiscación de colectivos a sus propietarios como así también la concesión del movimiento de puertos; la creación del Banco Central como Sociedad Anónima privada en poder de banqueros británicos con privilegio de emisión monetaria;  la “concordancia” entre el conservadorismo liberal, el socialismo y el radicalismo anti personalista;  la corrupción del sistema como los casos de la prórroga de la concesión monopólica de la electricidad a la CHADE-CADE y la distribución de coimas a los concejales de la Capital Federal parte de cuyos fondos sirvió para la construcción de la sede de la Casa Radical en la calle Tucumán 1600; la venta fraudulenta de los terrenos de El Palomar;  el negociado de las carnes a favor de los frigoríficos británicos con el descubrimiento de doble juego de libros; el asesinato del senador Bordabehere en plena sesión legislativa por un sicario del oficialismo; la unción de los presidentes argentinos en la Cámara de Comercio Argentino-Británica;  la conversión de la deuda pública de la provincia de Buenos Aires y Nación en préstamo financiero inflando el pasivo y que generó cuantiosas pérdidas a ambas por 1.500 millones de pesos de aquel entonces;  la venta de pasaportes a banqueros franceses por parte del embajador argentino Miguel Ángel Cárcano para eludir la invasión germana (1939) y la designación como correo diplomático de su amigo Eduardo Martínez de Hoz detenido durante 8 días en la localidad fronteriza de Hendaya con un contrabando de millones de francos en alhajas y divisas en su valija diplomática;  los negociados del grupo exportador cerealero Bunge y Born;  la defraudación en el sucesorio del titular del emporio de cervecerías “Quilmes”,  Otto S. Bemberg,  del millonario impuesto a la herencia disimulando activos en el exterior, etc.


Ortiz debió renunciar a la presidencia por enfermedad y poco después falleció a la par que lo hacía Alvear en 1942. Luego aconteció la muerte del general Justo el 11/1/43 que generó una suerte de fisura en el sistema pues pretendía ser candidato en las elecciones de 1943 y él manejaba los resortes militares dando lugar a una vacancia que no pudo ser suplida inmediatamente por la partidocracia gobernante. La sucesión digitada del régimen en la  persona del empresario Robustiano Patrón Costas y ligazón con el “fraude patriótico” del conservadorismo encendió aún más los espíritus patrióticos y reivindicativos de los argentinos advertidos por una prensa diaria o periódica “anti sistema” que denunciaba las maniobras gubernamentales con vigor y entereza.

Las corrientes políticas convergentes


Antes y más  allá del pronunciamiento militar el subsuelo de la Patria – tal como lo nombrara Raúl Scalabrini Ortiz - forjaba en sus entrañas la búsqueda de las raíces y la identidad nacionales a través de diversos sectores que pusieron los cimientos de aquel 4 de junio. Ellos fueron los que hicieron posible aquella obra amén de contribuir a su realización siendo usualmente ignoradas por las crónicas históricas.


El catolicismo

Especialmente el surgido del los cursos de Cultura Católica: los mismos comenzaron en el año 1922 a partir de la gestión de Faustino Legón, Atilio Dell’Oro Maini, Tomás Casares, Octavio Pico Estrada y César Pico como una suerte de continuación de la década de actividad de la Universidad Católica Argentina la cual debió cerrar su funcionamiento como fruto de la carencia de validación oficial de sus títulos.
Su actividad se centró en la Filosofía, Teología, Sagradas Escrituras en un local de Alsina 553, luego en una casona de Alsina al 800 y, finalmente, en Reconquista 572. Aquellos cursos se consolidaron a partir de 1936 en la Escuela de Filosofía que se vería ampliada a las escuelas de Economía e Instituto de Ciencias. De allí surgieron “La Hoja Informativa”, “Ortodoxia”, “Criterio” sin perjuicio de la edición de libros.
Su orientación radicaba en los lineamientos de la filosofía perenne de Santo Tomás de Aquino al igual que la concepción social de la Iglesia especialmente las Encíclicas Rerum Novarum (1891), Quadragésimo Anno” (1931), Divini Redemptoris (1937) y Sertum Laetitiae (1939).


El Congreso Eucarístico Internacional de 1934 con la llegada del Nuncio Apostólico Cardenal Pacelli (luego Pío XII) enfervorizó y convirtió a multitudes lo que con su vitalidad fue dando formas a una espiritualidad ausente de la Argentina desde hacía casi un siglo.


El hecho castrense concitó el apoyo de las publicaciones católicas “El Pueblo”, “La Acción” y “Criterio” dirigida esta última por Monseñor Gustavo Franceschi por considerarlo “argentinista” y de “regeneración nacional” y luego del Cardenal Copello y los obispos Caggiano, Hanlon, Buteler, Chimento, Guilland entre otros.
Asimismo, desde el Vicariato Castrense los capellanes Roberto A.Wilkinson, Amancio González Paz, Rau, Bozzo, Dann Obregón adhirieron a la gesta transformándose en pregoneros de los principios del 4 de junio. El primero de ellos acompaño a Perón desde sus primeros pasos en el Ministerio de Guerra.


Personalidades católicas se sumaron a la nueva gestión gubernamental tales como Arturo Enrique Sampay, Alberto Baldrich, Juan Alfonso Carrizo, Abelardo Pithod, Francisco Valsecchi, Jordán Bruno Genta, Salvador Dana Montaño, Pablo Ramella, Gustavo Martínez Zuviría, Joaquín Díaz de Vivar, Luis María de Pablo Pardo, Juan Carlos Goyeneche, Máximo Etchecopar, Ignacio B. Anzoátegui, Nimio de Anquín,Oscar Ivanissevich, entre muchos otros.
Tanto la Acción Católica Argentina (A.C.A.) como la Juventud Obrera Católica (J.O.C.) prestaron apoyo al movimiento por cuanto estaba consustanciado con la cristiandad y con los principios de la Doctrina Social de la Iglesia y en tanto el régimen caído era laicista y masónico conforme a su génesis con la derrota de Juan Manuel de Rosas en la batalla de Caseros en 1852.

El movimiento de revisionismo histórico

Si bien el revisionismo histórico comenzó con Adolfo Saldías en el siglo XIX y los hermanos Quesada continuando con David Peña (1906) autor de “Juan Facundo Quiroga”, Carlos Ibarguren (1922) “Juan Manuel de Rosas, su historia, su vida, su drama” o Dardo Corvalán Mendilaharzu (1929) con su “Rosas” no es menos cierto que como corriente cultural recién tomó cuerpo en la década del 30’ con el estudio no sólo de  la persona del Restaurador de las Leyes sino también de la historia nacional del siglo XIX y posteriores implicancias políticas y económicas. Rodolfo y Julio Irazusta se constituyeron en adelantados con su “La Argentina y el imperialismo británico” publicado en 1934.

En 1938 se fundó el Instituto de Estudios Federalistas en la ciudad de Santa Fe cuya presidencia ejerció Alfredo Bello y la vicepresidencia estaba a cargo de José María Rosa.
El 8 de agosto del mismo año dio nacimiento al Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas que fuera presidido por el general Juan B. Ithurbide contándose entre sus iniciadores a Ramón Doll, Ernesto Palacio, Manuel Galvez, Julio y Rodolfo Irazusta, Carlos Steffens Soler, Ricardo Font Ezcurra. Roberto de Laferrere, José María Rosa, Alberto Ezcurra Medrano y Alberto Contreras entre otros a los que se sumaron decenas de estudiosos en la búsqueda de la verdad de nuestro pasado superando la historia oficial de la Academia y su institucionalización en la labor docente a través de los manuales de Grosso. Fue justamente Contreras quien promovió la fundación del Instituto citando a una reunión de sus amigos historiadores en el restaurante “Edelweiss” (hoy todavía en la calle Libertad entre Corrientes y Lavalle), presidiendo la entidad en diversos períodos cuyo mecenazgo ha sido largamente reconocido.


Marcos P. Rivas, Vicente D. Sierra, Pedro de Paoli, Roberto H. Marfany, Roberto de Laferrere, Alberto Ezcurra Medrano, Gabriel Puentes, Ricardo Caballero y otros muchos también contribuyeron a la jerarquización del movimiento revisionista y muchos de ellos colaboraron en la Revista del Instituto pionera en la corriente.
La labor del revisionismo histórico consistió no sólo en la investigación y difusión de hechos acontecidos en el pasado sino también en otorgarles una valoración diferenciada de la liberal, hasta entonces constituida en pensamiento único y oficial. Ello contribuyó a encontrar las raíces de la nacionalidad impregnando a dicha generación de una nueva perspectiva política.


El nacionalismo

En sentido lato nacionalistas fueron la mayor parte de los cuadros católicos y radicales que se sumaron a la revolución militar del 4 de junio no obstante lo cual diversas figuras de la política y la intelectualidad argentina ya sea en forma individual o grupal fueron partícipes del apoyo a tal acontecimiento e incluso formaron parte del gobierno surgido entre 1943 y 1946 sin perjuicio de los que se encolumnaron con Perón a partir de su elección como presidente.
Entre ellos podemos incluir a los hermanos Carlos y Federico Ibarguren, Juan Pablo Oliver, Juan Bautista Molina, Héctor Bernardo, Marcelo Sánchez Sorondo, Carlos María Quinodoz, Ireneo O. Banchs, Luis María de Pablo Pardo, Horacio Zorraquín Becú, Lautaro Durañona y Vedia, Alberto Eduardo Ottalagano, los sacerdotes Julio Meinvielle, Leonardo Castellani, Hernán Benítez, Virgilio Filippo, David Paniagua, Juan R. Sepich.


La Alianza Libertadora Nacionalista (A.L.N.), a cuyo frente se encontraba su jefe histórico Juan Queraltó, generó su crecimiento en los años previos al 4 de junio y se incrementó con millares de militantes, apoyando al movimiento militar revolucionario compenetrada de comunes ideales. Cabe recordar a Arturo Palenque Carreras, el almirante León Scasso, Bonifacio Lastra, José Fernandez Unsain, Basilio Serrano, Héctor Bernardo, Sergio Cerón, los hermanos Juan y Raúl Puigbó o los hermanos López, Horacio Bordo, “Chiche” Lapadula, Osvaldo Santamaría, Carlos Burundarena, Juan T. Figuerero, Juan Salvatore, Miguel Ángel Aguilar, Gustavo H. Rey.


El 5 de junio de 1935 Queraltó fundó la Unión Nacionalista de Estudiantes Secundarios (U.N.E.S.) nucleamiento que publicaba el periódico “Tacuara” y que fue dando forma y militantes universitarios a la Alianza de la Juventud Nacionalista a partir de 1937 (cuyo nombre cambiara por Alianza Libertadora Nacionalista). Con el curso del tiempo su actividad se centralizó en el inmueble de San Martín 392 esquina Corrientes abriendo locales en los barrios a los cuales se los denominaba “fortines”.


La Alianza Libertadora Nacionalista no sólo levantaba las banderas de la soberanía nacional sino que tenía una especial preocupación por la instauración de la justicia social, síntesis que luego alcanzara su cenit doctrinario en el justicialismo. Alimentaba una ideología anti sistema respecto del liberalismo y del marxismo con una concepción corporativa y católica de la política.  A.L.N. se proyectaba no sólo  en el estudiantado y profesionales sino también entre los trabajadores y la clase media de barrio otorgándole un tono popular al nacionalismo argentino disputando la calle a comunistas y socialistas.


Asimismo, se destacaron las denuncias de José Luis Torres contra el régimen a través del periodismo y los libros, Juan Carulla y Enrique Pedro Osés, brillante inteligencia y pluma que a partir de 1931 editó “Crisol”, el diario “El Pampero”, “El Federal”, “La Maroma” publicando alrededor de 2.600 artículos a través de los cuales desenmascaró el régimen liberal conservador y levantó banderas nacionales que formaron a toda una generación, sufriendo persecución, juicios, cárcel y clausura de sus periódicos de los que llegó a editar 100.000 ejemplares diarios del segundo de ellos. Fernando García della Costa fue otro notable periodista quien en 1936 comenzó escribiendo en “Crisol” fundado por Osés y llegó a ser su director y trabajó junto con Doll en “Tribuna” y más tarde en “La Época” dirigida por Colom. Osés se constituyó en el fundador doctrinario del nacionalismo popular revolucionario.
Otros periódicos nacionalistas editados antes de la revolución de junio fueron “Soberanía” y “Liberación” de la A.L.N., “La voz del Plata”, “La Hoja Nacionalista”, “Nueva Política”, “Voz Nacionalista” que dirigía José María Rosa y otros muchos en el interior del país los cuales contribuyeron a crear el clima que precedió a tal acontecimiento.


El radicalismo yrigoyenista

Estuvo representado, entre otros, por Armando Antille, Eduardo Colom, Juan I. Cooke, Alejandro Leloir, Vicente Saadi, Román Subiza y Hortensio Quijano, caudillo correntino más afín con el alvearismo quien acompañaría a Perón en la candidatura a vicepresidente de la Nación luego de haberse desempeñado como ministro del Interior del gobierno revolucionario y expulsado de la Unión Cívica Radical.  Ellos constituyeron en el curso del año 1945 la Unión Cívica Radical Junta Renovadora. Colom editaba un periódico que salía cuando podía “La Época” y que luego del 17 de octubre de 1945 se transformó en diario apoyando la candidatura de Perón.


FORJA. (Fuerza de Orientación Radical de la Juventud Argentina) fue fundada en la década del 30´y estuvo constituida por un núcleo de intelectuales de dicho partido disidentes de la conducción burocrática entre los cuales se destacaron Luis Dellepiane, Gabriel del Mazo, Arturo Jauretche, Homero Manzi, Juan Carlos Cornejo Linares, Atilio García Mellid, Arturo Sampay,  Alejandro Olmos, Héctor Maya, Hipólito Paz, Darío Alessandro, Manuel Ortiz Pereyra, Roberto Tamagno, René Orsi, Jorge del Río entre otros de los 100 militantes y 300 afiliados. Se reunían en un sótano en la avenida Corrientes 2178 y estaban vinculados a Raúl Scalabrini Ortiz ( 2) por similar ideario, aún cuando este nunca fue radical no impidiendo que escribiera en los “Cuadernos” que editaba la agrupación.


Condicionantes de la Revolución


Entre otros a factores los más relevantes fueron:
La neutralidad argentina como política histórica argentina sostenida por Hipólito Yrigoyen que posibilitó el comercio con todos los beligerantes y el crecimiento industrial.
La preponderante concentración de Gran Bretaña y EEUU en el esfuerzo bélico distrayéndose un tanto de los acontecimientos argentinos.
Las inquietudes nacionales de regeneración y recreación de la identidad nacional en los cuadros político-culturales a partir de la 3ª. década del siglo y que concitó el recambio de la clase gobernante.
La necesidad de dar un principio de solución a la “cuestión social” no sólo respecto del campo sino también de la ciudad donde comenzaba a amontonarse un proletariado sin esperanzas de redención.
El paulatino crecimiento de la industria nacional especialmente en la Capital Federal y sus alrededores que dio comienzo sostenido a la inmigración del interior hacia dicha fuente de trabajo. En tal sentido, la ciudad de Buenos Aires recibió entre 1896  y 1936 a 8.000 provincianos mientras que en el lapso 1936 a 1943 lo hicieron 72.000 y entre 1943 y 1947, 117.000 lo que contribuyó a cambiar el perfil demográfico y social de la Capital Federal y alrededores.


Los hechos de 1943


G.O.U. (Grupo de Oficiales Unidos):
Hacia 1941 el ex presidente y general Justo comenzó una conspiración para derrocar al gobierno de Castillo la cual no se llegó a concretar por la renuencia de los mandos medios a producir un golpe. No obstante lo cual continuaron las deliberaciones en las fuerzas armadas ante la inquietud popular por la corrupción del régimen imperante. El fallecimiento de Justo generó la movilización de opiniones y fue así que se fundó el G.O.U. Los principales jefes y oficiales que lo formaron hacia marzo de 1943 fueron los Cnles. Montes, González, Perón, Ramírez, Avalos, Gilbert, Imbert; los Tcnles. De la Vega, Mercante, Uriondo, Ferrazano, Lagos,  entre los más relevantes, no mediando participación de civiles.


El programa básico se encuentra en la proclama del G.O.U. del 4 de junio que justificó el movimiento militar en razón de que  “Se han defraudado las esperanzas de los argentinos, adoptando como sistema la venalidad, el fraude, el peculado y la corrupción gubernamentales”. “Se ha llevado al pueblo al escepticismo y a la postración moral, desvinculándolo de la cosa pública, explotada en beneficio de siniestros personajes, movidos por la más vil de las pasiones”,  propiciando la unidad de aquel y la vigencia institucional a la par que la real e íntegra soberanía nacional.


Ilustrativo de la vigencia de la proclama lo constituyó el editorial de la revista católica “Criterio” del 17 de junio de 1943 y de pluma de Monseñor Gustavo J. Franceschi al  escribir “Quienes pensaron que sus jefes respondían a las incitaciones de ese partido o de otros quedaron bien pronto desengañados: no se trataba de una revolución política – en el sentido que vulgarmente suele darse a esa palabra – ni tampoco de un pronunciamiento o cuartelazo de los que tantos ejemplos hubo en la historia de América Latina. Se estaba en presencia de algo más hondo y sustancial, de un fenómeno representativo de la crisis hondísima de las instituciones que nos rigen”.


¿Qué pasó el 4 de junio y meses siguientes?.


El día anterior el presidente Castillo le pidió la renuncia al General Pedro Pablo Ramírez jefe del ejército y ello motivó las deliberaciones en Campo de Mayo por parte de los jefes militares quienes llevaron al General Arturo Rawson (por tratarse de la máxima jerarquía en plegarse a la acción) a marchar al frente de 8.000 soldados hacia la Casa de Gobierno. Fueron interceptados en la avenida del Libertador por efectivos de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) librándose un combate con numerosos muertos y heridos. Superado el obstáculo, las tropas se dirigieron hacia la Casa Rosada donde fueron recibidas por los generales Pistarini, Ramírez y Farrell en horas de la tarde.  En el interín, Castillo hizo abandono de su despacho y se embarcó en una nave de guerra hacia el Uruguay. Rawson asumió la presidencia pero no pudo formar gabinete por las discrepancias habidas en el seno de la fuerza en tanto pretendía hacerlo con figuras de relevo del régimen. Renunció el 6 de junio siendo reemplazado por Ramírez, quien llevó al entonces Coronel Perón a la Secretaría del Ministerio de Guerra, cuya titularidad ejercía el General Edelmiro Farrell, secundado aquel por el Teniente Coronel Domingo Mercante.

Dicha logia militar no era la única que había participado en el hecho sino también otros sectores de las FFAA sean profesionalistas, simpatizantes del radicalismo o conservadorismo no regiminoso, por lo que en el seno del gobierno se suscitó la tensión interna de la cual hacia octubre de 1943 saliera victoriosa la generación de mandos intermedios y con ellos el G.O.U., único que tenía un programa de gobierno alternativo al sistema y el vigor de la savia joven. Por el decreto 11.548 del 15 de dicho mes se designaron los nuevos ministros, exteriorización del rumbo definitivo que tomaría la revolución del 4 de junio.

En aquella sede de la esquina de la avenida Callao y Viamonte (hoy edificio clausurado) Perón comenzó sus contactos con la civilidad a través de contactos con agrupaciones y núcleos políticos diversos como así también con sindicalistas. Desde el 27 de octubre también se desempeñó como titular del Departamento Nacional de Trabajo, ubicado en el edificio del viejo Club del Progreso en Hipólito Yrigoyen (entonces Victoria) y Perú llevando a Domingo Mercante como su segundo. Allí conoció al abogado Eduardo Stafforini, funcionario del área de Trabajo en la Provincia de Buenos Aires,  quien colaboró con él al igual que ratificó al Dr. José Figuerola, abogado español quien sirvió con rango ministerial en el gobierno del general Primo de Rivera, y al abogado de sindicatos Juan Atilio Bramuglia, luego ministro de Relaciones Exteriores a partir de 1946. El mayor Fernando Estrada radical yrigoyenista y ex integrante de FORJA se integró al equipo de Perón y así comenzó a funcionar el instrumento estratégico que potenciaría al joven coronel a la política nacional en grande a través de “realizaciones prácticas” como él las denominara.


El 27 de noviembre por decreto ley 15.074 tal repartición fue elevada a la jerarquía de Secretaría de Estado de Trabajo y Previsión también presidida por el coronel tomando competencia no sólo sobre las cuestiones laborales sino también sobre diversas áreas tales como la jubilatoria, vivienda, locaciones, ahorro, accidentes del trabajo. También había ocupado la vicepresidencia de la Nación por decreto 11.277 del 11 de octubre convirtiéndose en el artífice político del movimiento militar.


Tal liderazgo no fue producto del azar sino que Perón lo había forjado a través de su brillante carrera militar no sólo en las unidades a que fue destinado, sino en las funciones cumplidas en el Ministerio de Guerra y sus estudios en la Escuela Superior de Guerra donde egresó con la más alta calificación ascendiendo a mayor. Hacia 1932 ya había escrito “Conducción militar” que le sirviera de base para el libro “Conducción política”. El General Francisco Fasola Castaño como el Coronel Juan Cernadas fueron quienes más influyeron en la formación de Perón hacia dicha época. Volvió a dicho instituto en la investigación y docencia y fue designado luego en la agregaduría militar en Chile. De retorno a la Argentina fue convocado por el Estado Mayor para cumplir una misión en Europa eligiendo sentar base en Italia hacia donde viaja en 1939. En relación a la misma y al lapso 1939-1941 y en expresiones del propio Perón “…Fui destinado a Italia, en plena guerra. Me tocó presenciar los acontecimientos en el teatro directo de las operaciones. Pero la experiencia, para mí más importante, fue poder estudiar el experimento político-social y sobre todo económico, que se desarrollaba en ese país. Además, completé un curso de Economía Política con un grupo de profesores italianos. Considero maravillosa esta experiencia. No creo que exista, en el mundo, mejor escuela de economía que la italiana. Se puede adecuar al capitalismo, al fascismo y eventualmente al socialismo, sin perder coherencia…Con esta y otras varias y muy valiosas experiencias más, regresé a mi país”, tal como se explaya en “Breve historia de la problemática argentina” en la compilación efectuada por el periodista Eugenio R. Rom hacia 1967. Antes de volver a la Argentina visitó España y Portugal.
Perón no fue destinado a Italia al sólo fin de tomar conocimiento de la situación militar sino también política en sentido amplio respecto a Europa y en la perspectiva mundial, lo que le valió una experiencia singular dentro de los cuadros de las Fuerzas Armadas más allá de sus condiciones personales. En Italia asistió a cursos varios de sindicalismo y economía en Turín y entre ellos el de la Universidad del Sagrado Corazón de Jesús en Milán a cargo del ilustre Francisco Vito. Conoció a fondo en la península la Doctrina Social de la Iglesia justamente en la década del 30’ en la cual el Papado emitió 3 encíclicas sobre tal cuestión. Asimismo, se nutrió de la experiencia del fascismo en materia económico-social tanto en los aspectos jurídicos como prácticos siendo recibido por Mussolini en entrevista llevada a cabo en su despacho. También viajó a Alemania para tomar conocimiento de la organización militar como la política germana en circunstancias en que arreciaba la guerra europea.


Los primeros actos de gobierno


La revolución militar tuvo una orientación “argentinista” que “entroncó con la recuperación de valores espirituales y materiales esenciales y de auténticas aspiraciones del pueblo en lo político, social y económico” al decir de Franklin Lucero. Además mediaba la voluntad de rescate de la identidad y la tradición nacionales con profundo sentido social, expresión aquella que fue utilizada no sólo por el gobierno sino por todos los sectores que fueron apoyándola en el curso de su accionar.


En materia de política exterior ratificó la neutralidad respecto de los países beligerantes en la guerra mundial siguiendo los lineamientos trazados por Hipólito Yrigoyen, sufriendo la presión de los EEUU para que se alineara con ella en base al pregonado “panamericanismo” , a través de la diplomacia y restricciones económicas y a la negativa de acceso a armamento yanqui que sí se le facilitaba al Brasil.


La educación se distinguió por la instauración de la enseñanza religiosa católica y moral, para quienes no aceptaran aquella. Ello fue obra de Gustavo Adolfo Martínez Zuviría, ministro de la cartera, a través de un decreto del 31 de diciembre de 1943 suscripto por el presidente y el gabinete, decisión que dio lugar al ataque de liberales y marxistas, especialmente a través de los medios de comunicación del sistema.
Esta identificación del gobierno con las raíces americanas de la catolicidad se reflejó también en los actos públicos sean militares o civiles a través de las comuniones de cadetes militares, bendición de sus sables o consagración a la Virgen lo que era motivo para procesiones, misas, bendiciones, con activa participación de la Iglesia y de la ciudadanía sea en unidades militares o plazas con asistencia de estudiantes, alumnos y pueblo en general otorgándoles la doble calidad de actos religiosos y patrióticos.
El Poder Ejecutivo reconoció como “generalas” del Ejército a la Virgen de la Merced y a la Virgen del Carmen en septiembre de 1943.
Posteriormente se creó el Instituto Nacional de la Tradición por decreto 15.961 del 20 de diciembre, consecuente el gobierno con el enraizamiento cultural argentino.


La promoción social de los trabajadores constituyó un eje fundamental en la consolidación del nuevo régimen, especialmente a partir de fines de 1943 dando lugar a la conformación de salarios entre entidades sindicales y cámaras empresariales con homologación por la autoridad administrativa, establecimiento de un estatuto de las asociaciones gremiales, creación del fuero del trabajo, incorporación de beneficios laborales y previsionales, etc.
Si bien el 20 de julio de 1943 por decreto 2669 se reglamentaron las asociaciones profesionales patronales y obreras el paso de los meses advirtió que no era instrumento apto, por lo que llevó a la suspensión de dicha normativa por decreto 15.581 del 6 de diciembre de dicho año. Perón prefirió que las relaciones entre trabajadores y empleadores fueran modelando la institución desde las bases de la realidad y  no meramente ideológicas o abstractas.
Si bien los gremios estaban dirigidos por comunistas, socialistas y sindicalistas con los clásicos resabios clasistas la nueva política fue acercando a estos últimos al impulso oficial en tanto sus reivindicaciones históricas eran satisfechas. Los trabajadores pudieron sentarse en los despachos gubernamentales a la par de las organizaciones empresariales en un ámbito de conciliación de intereses legítimos pero con el marco de la comunidad nacional como referente superior. La constitución de estas sociedades intermedias fue favorecida por el gobierno militar y fue así que de 356 sindicatos en 1941 se pasó a 969 en 1945 poniendo en vigencia el principio de subsidiariedad.
En el ínterin se organizó el régimen nacional de agencias de colocaciones por decreto 2928 del 21/7/1943 que eran objeto de manipulación y lucro indebido; la designación de inspectores del trabajo en los territorios nacionales (decreto 11.185 del 13/10/1943); la sanción del Estatuto de Periodista Profesional (decreto 7658 del 25/3/1944); el Estatuto del Peón (decreto 29.169 del 17/10/1944;  legalización del convenio entre los patrones peluqueros y peinadores con su personal (decreto 28.935/44); el Estatuto de los Encargados de Casas de Renta (decreto 20.945 del 7/11/1944); la creación de la Justicia del Trabajo y el Procedimiento Laboral (decreto 32.347 del 30/11/1944) y la consecuente formación del Ministerio Público del Trabajo por Resolución 88/45 del 24/7/1945 de la Secretaría de Trabajo y Previsión.
También se estipularon los salarios de los diversos sectores del trabajo rural como recolección y trilla de cosecha fina, trabajadores de la zafra azucarera, de los cosechadores de maíz, etc. así como las remuneraciones de los panaderos, garantía horaria para los obreros de la industria frigorífica en 60 horas quincenales entre tantos casos.
Por decreto 7135 del 3 de setiembre de 1943 se dispuso la conciliación obligatoria ante la autoridad del trabajo en el caso de los conflictos individuales y colectivos con prohibición de medidas de hecho a fin de conservar la paz social amenazadas por la soberbia patronal y la agitación clasista. Tal sistema fue reglamentado por la Resolución 16 de la Secretaria de Trabajo y Previsión del 10/3/1944, instrumento que posibilitó la rápida y eficaz solución de aquellos y uno de los instrumentos legales más relevantes del proceso revolucionario, con vigencia continuada hasta nuestros días aún bajo leyes diversas que no modificaron el espíritu ni el mecanismo.
La legislación obrera se reflejó en la reglamentación del trabajo a domicilio que era objeto de explotación inicua, la extensión de los beneficios jubilatorios a diversas actividades, la regulación de la jornada de trabajo y el trabajo de menores, la reglamentación del trabajo insalubre (dec. 141.409/43); el régimen de aprendizaje y orientación profesional a menores de 14 a 18 años (dec. 14.538/44 y 6648/45); el pago de feriados obligatorios (dec. 19.921/44); la instauración de las vacaciones pagas para todos los dependientes por decreto ley 1740/45 del 13/7/1945.
Todo esto hasta llegar a la más importante legislación como fue el decreto 23.852/45 del 2 de octubre de dicho año por el cual se institucionalizó el reconocimiento de las asociaciones profesionales de trabajadores y cuya filosofía soportó casi 70 años de modificatorias bajo diversos gobiernos y circunstancias históricas.
Bien puede afirmarse que las instituciones más importantes que se forjaron en aquel breve período por su vigencia y continuidad así como incorporación al patrimonio del bien común han sido la del reconocimiento de las asociaciones profesionales de trabajadores, el sistema de convenciones colectivas de trabajo y la formación de la justicia del trabajo y el procedimiento laboral.


La explotación de los sectores más humildes a través de la locación de habitaciones en los conventillos que se calificó de usuraria (3) llevó a poner límites a sus precios lo que llevó a la rebaja de los alquileres (decreto 1580 del 29 de junio de 1943) y de los arrendamientos agrícolas ( (decreto 14.001 del 12/11/1943) la que fueron sucedidas por otras disposiciones legales como los decretos 2746 del 13/7/1943 creando la Comisión Asesora de Vivienda Popular; el 3862 del 29 de julio organizando la Cámara de Alquileres y el decreto 5893 del 20 de agosto regulando el alquiler de piezas y fijando precios. Esta cuestión fue materia de  preocupación por parte de la Iglesia Católica al igual que la instauración de salario familiar, el cual fue incorporado para el personal de la administración pública mientras que también se programaba la construcción de viviendas sociales.


Las nuevas autoridades se encontraron con un Estado liberal ausente y sin política propia en virtud de la dependencia respecto, especialmente, de Inglaterra, por lo que el movimiento revolucionario se vió obligado a su reestructuración como así también sentar las bases de una nueva Argentina.
A dicho efecto fue creado el Consejo Nacional de Posguerra por decreto 2505 del 2 de febrero de 1945 integrado por autoridades gubernamentales y representantes de asociaciones intermedias, el cual hizo el relevamiento de los recursos y necesidades argentinas, su desarrollo y planificación, otorgando prioridades, lo que fuera la base sobre la que se estructuró el 1er. Plan Quinquenal ya bajo la primer presidencia de Perón (1946-1952). Diseñaba un Estado promotor de la obra pública y la industrialización del país al igual que un Estado moderno partícipe de las políticas económicas y  financieras a fin de hallar remedio a la problemática social y a instaurar la soberanía nacional, antes abandonadas al arbitrio patronal y a los intereses oligopólicos extranjeros.
Fue así que ofició de síntesis de lo nacional y lo social base de la doctrina justicialista que se formaba a partir de la realidad argentina con su idiosincrasia, historia y tradición y ajena a concepciones foráneas sin perjuicio de la incorporación de experiencias extranjeras que habían resultado útiles a sus respectivos pueblos.


Uno de los primeros actos de gobierno lo constituyó la disolución de la C.G.T. no. 2 integrada por comunistas y socialistas quienes funcionaban como mecanismos de transmisión de los partidos respectivos utilizándolos como instrumentos clientelistas. Pero sus dirigentes sindicales nunca eran promovidos como legisladores en sus listas electorales y los obreros constituían mera masa electoral que encumbraba a su partidocracia en detrimento de la representatividad de la clase trabajadora (4).


Las provincias y territorios nacionales fueron intervenidas desplazando las conducciones partidocráticas y reemplazadas por jefes de las Fuerzas Armadas y estimulada la participación ciudadana a través de sus organismos naturales. Otro tanto ocurrió con las universidades y altas casas de estudio focos de agitación constante especialmente por la Federación Universitaria Argentina (F.U.A.). El 31 de diciembre de 1943 fueron prohibidas las actividades partidarias. Mientras tanto se organizó una reunión nacional de municipios procurando acercarse a las realidades de todo el país al igual que contribuyendo a afianzar un federalismo concreto y no declamado.


Las corrientes ciudadanas que se configuraron a partir de la década del 30´colaboraron activamente con el nuevo régimen aportando sus cuadros a la función pública con un sentido convergente en el ideario y la acción de gobierno. No se trató de transversalismo o frentismo de meros aportes cuantitativos, sino cualitativos y unitivos.

Evaluación del 4 de junio de 1943


Tal hecho histórico constituyó la confluencia y el punto de partida de un renacimiento del sentido nacional con vocación social y una revolución cultural esencialmente argentina nutriéndose de todas las clases y sociedades intermedias lo que le otorgó una amplia base de sustento.


En la historia patria la revolución militar del 4 de junio de 1943 se enlaza con la movilización popular del 17 de octubre de 1945 y con el triunfo de Perón en las elecciones nacionales del 24 de febrero de 1946 como 3 hitos fundacionales de un mismo curso evolutivo.


La relevancia de aquella fecha se la otorgó el mismo general cuando decidió jurar como presidente de la Nación un 4 de junio tanto en 1946 como en 1952 cuando fue reelegido.


En el discurso pronunciado por el General Juan Domingo Perón en un acto organizado por la Confederación General del Trabajo y realizado en el Teatro Colón el 24 de febrero de 1947 con motivo de celebrarse el primer aniversario de dichas elecciones el entonces presidente de la Nación expresó a su respecto que “…Ese pronunciamiento popular ha de adquirir progresiva trascendencia en el futuro, puesto que consolidó el triunfo de la Revolución de Junio de 1943 y consagró definitivamente el pensamiento político, social y económico que inspiró a los gobiernos surgidos de aquel movimiento…”. Más adelante en dicha ocasión y al hacer referencia a la progresiva importancia y gravitación de las asociaciones de trabajadores en la solución de los problemas públicos ratificó el concepto de continuidad con “…En nuestro país, ese proceso está adelantado como consecuencia de la política seguida por los gobiernos surgidos de la Revolución de Junio…”.


El Dr. José Figuerola en su trabajo “El gran movimiento social argentino”  (1961) lo ratifica cuando escribe : “Esta Doctrina es la que, recogiendo el sentir general se predicó desde 1943, ratificó el pueblo el 17 de octubre de 1945 y la voluntad mayoritaria expresó en las elecciones del 24 de febrero de 1946, llevando a Perón a la primera magistratura”.


Perón siempre destacó aquella gesta histórica y nunca renegó del 4 de junio de 1943 como causa eficiente y piedra fundacional que puso en existencia el movimiento pues sin tal suceso no se habrían sucedido los siguientes.



(1)  El tucumano José Luis Torres se destacó como ministro de Gobierno en la gobernación de Pablo Nogués en la década del 30´luchando denodadamente contra los intereses de los sátrapas titulares de los ingenios azucareros reunidos en la C.A.T. hasta la intervención de la provincia por el Poder Ejecutivo. Se radicó en Buenos Aires desde donde denunció en forma documentada el sometimiento gubernamental a la Gran Bretaña y sus intereses políticos, financieros y comerciales en alianza con la dirigencia liberal conservadora y la oposición regimentada, a través de “Algunas maneras de vender la Patria, “La década infame” y, entre otros títulos, este de “Los perduellis” donde evoca la institución romana que expulsaba de la ciudad a los enemigos internos y les confiscaba los bienes.
(2)  Raúl Scalabrini Ortiz se constituyó en un escritor de relieve a partir de la década del 30’,  luego de escribir “El hombre que está solo y espera” (1931) por el cual recibió un premio municipal, a través de sus libros “Política británica en el Río de la Plata” e “Historia de los ferrocarriles argentinas” obras que desnudaron la dependencia hacia los intereses foráneos en sus diversos aspectos y que tuvieron decisiva influencia en la creación del ámbito espiritual para el 4 de junio. Publicó el periódico “Resistencia” el cual fuera clausurado.
(3)  El histórico dirigente socialista Nicolás Repetto era propietario de gran cantidad de dichos conventillos en los barrios de la Boca y Barracas, distrito del cual surgiera su correligionario Alfredo Palacios como diputado nacional hacia 1904 circunstancia que ligaba con el clientelismo político a costa de la sumisión habitacional.
(4)  Durante el curso del año 1943 las divisiones del Eje atacaron, tomaron y defendieron San Petersburgo (por entonces Leningrado) siendo asediadas por las fuerzas soviéticas. Los gremialistas comunistas eran ocupados por los jerarcas del P.C. en vender estampillas como aporte a los trabajadores comunistas comprometidos en dicho escenario como si en la Argentina no existieran problemas sociales y trabajadores argentinos.
(5)  Nota: la mención de personas vinculadas con las corrientes que aportaron al suceso del 4 de junio constituye un homenaje a algunos de quienes bregaron por una patria mejor y en consonancia con las más nobles tradiciones nacionales, hoy  generalmente desconocidos por las nuevas generaciones de argentinos.

Américo Rial
Rodolfo J. Brieba


No hay comentarios:

Publicar un comentario