PETRAS PETRUS DE PETRIS:
Al momento de contemplar los
modos de organización que asumen las actividades económicas de producción y
distribución de bienes valorados por una sociedad (y de todas las otras
actividades de apoyo a esos procesos, o sea “los servicios”), surge de
inmediato el problema de LA EMPRESA, vale decir, tanto la visualización de los
logros y los defectos sociales de los diversos tipos de empresas existentes
como el desafío de visualizar (o soñar con) un tipo de empresa que supere esas
contradicciones (entre los logros y los defectos).
CONSIDERACIONES PARA
CONCEPTUALIZAR UNA EMPRESA QUE SUPERE LA DICOTOMÍA ENTRE ESTATISMO BUROCRÁTICO
Y CAPITALISMO LIBERAL.-
El mejoramiento de las relaciones entre el
mundo de los negocios y la sociedad concreta en donde estos se llevan a cabo no
se puede lograr sin una redefinición del mismo concepto de empresa.
Y para redefinir este concepto ya no sirven los
viejos marcos teóricos estatistas ni los liberales. Ni la rigidez cadavérica
del estatismo burocrático ni el laissez-faire del capitalismo salvaje ofrecen
nociones de empresa que ayuden a entender el tipo de empresa que se debe ir
perfilando hacia delante para sortear el complejo entramado de tensiones entre
las necesidades, las satisfacciones, las retribuciones y las compensaciones que
se pueden encontrar o esperar dentro de una sociedad.
Si se extrema el estatismo burocrático, todo se
paraliza.
Si se extrema el capitalismo liberal, todo el
esfuerzo productivo de los trabajadores termina enajenándose en la especulación
desatada del mercado irrestricto.
Cada uno de los que participan en una empresa
con su trabajo debe tener una retribución que sea proporcional a su aporte a la
obra realizada por esa empresa.
Tanto “los trabajadores” como “los
empresarios”.
Pero no solamente ellos, sino que también “los
vecinos”, pues estos son “los que dan permiso” para que una empresa funcione
entre ellos.
Si la empresa genera más utilidades, entonces
todos los involucrados en la empresa deben ganar más; si tiene menos
utilidades, entonces todos habrán de ganar menos. Todos han de ir “en la misma
parada”.
Así se crean lazos indisolubles y solidarios,
internamente, entre todas las partes integrantes de una empresa y,
externamente, entre la empresa como un conjunto y el medio ambiente de la
comunidad local y regional en donde ésta realiza su labor.
El éxito empresarial es, de ésta manera, el
éxito de todos los implicados en él (inversionistas, gerentes, profesionales,
administrativos, obreros y vecinos de la empresa). Se trata de compartir el
valor de la empresa entre todos los que participan de ella, tanto internamente
(con su esfuerzo de trabajar) como externamente (con el costo de soportar a esa
empresa en el lugar en donde viven o, en otras palabras, el costo de compartir
el aire que respiran).
Con este enfoque, el capital generado por una
empresa pertenece a todos los que participan de ella. De ello deriva que no
puede haber fuga alguna de capital fuera de la empresa que lo produce y fuera
del entorno de ésta (no se puede aceptar ningún retiro de utilidades fuera de
la empresa y de su entorno). El capital de cada empresa siempre debe ser un
valor compartido: compartido dentro de la empresa y entre la empresa y su
medio. Es el modo para que crezca la empresa en armonía con el crecimiento de
la comunidad.
Las anteriores consideraciones responden a la
necesidad de ir desarrollando un concepto de empresa que se emancipe, por un
lado, de los rígidos esquemas burocráticos de un estatismo centralista y, por
otro lado, de los irresponsables esquemas depredadores de un capitalismo liberal
apatrida.
Se trta, entonces, de la imperiosa necesidad de
elaborar una conceptualización que permita tanto la emancipación respecto de la
planificación racionalista de cada actividad económica como la emancipación
respecto del espíritu de acumulación de un capital desligado de la producción.
Semejante elaboración conceptual ha de marcar
el camino hacia el empoderamiento económico de la sociedad organizada, a
lograrse con empresas integradas que comparten su valor. Constituyéndose éstas
empresas así concebidas como una solución dialéctica de la antinomia entre
interés público e intereses privados, alcanzándose una síntesis entre el bien
común o interés general del pueblo en su conjunto y las iniciativas
individuales, familiares o grupales que canalizan las energías particulares de las
personas y de las comunidades.
En definitiva, se está ante el desafío de
liberarse de la tentación de los dos extremos: de la tentación de dejarse estar
reposando en el Estado y de la tentación de la ganancia fácil a costa de lo que
sea y la tentación de acumular riquezas fuera de la empresa (y de su
entorno) que las generan.
El objetivo de construir este nuevo tipo de
empresa es alcanzar una síntesis creadora entre el bien de la comunidad popular
y la energía de las iniciativas innovadoras, de tal manera que toda utilidad
generada por la empresa se reinvierta dentro de la misma empresa y dentro de su
entorno social y natural, y de tal manera que cada una de las empresas de un
determinado territorio o país se coordinen entre sí.
COMENTARIOS RECIBIDOS Y CONTESTADOS:
PHB: Simplemente genial! Si es tuya la reflexion eres un adelantado a la
epoca ! Es alla donde debemos ir!.
CCR: Esta inquietud ha estado presente desde el florecimiento del
capitalismo y particularmente en la primera mitad del
siglo recién pasado, es así como el propio Sr. Taylor con sus recetas
del cronometraje y aumento de la productividad
(explotación según algunos) tenia en su visión
un trasfondo de esfuerzos y beneficios colectivos.
Algo
parecido ocurre con Ishicawa el teórico de los sistemas de calidad, tan
en boga por estos días.
Desde luego
que la visión tuya, como de costumbre, tiene una frescura propia de tus
particulares visiones políticas.
RESPUESTA A CCR: Ciertamente,
tu comentario es una incitación a leer a Taylor e Ishikawa.
Pero si bien -por lo poco que sé
de ellos- sus aportes son muy interesantes en lo que se refiere a la
administración interna de la empresa (y obviamente ese es un aspecto
insoslayable para hacer bien las cosas y que la empresa con ello pueda
sobrevivir), yo estaba pensando más en relación a QUE EL FRUTO DEL TRABAJO de
todos quienes participan de una empresa (desde los que ponen las lucas
iniciales hasta los vecinos que tienen que soportar la vecindad de una empresa,
pasando por los gerentes, los profesionales, los oficinistas, los operarios de
terreno,...) SEA en parte EQUITATIVAMENTE REPARTIDO entre todos ellos Y en
parte REINVERTIDO EN LA MISMA EMPRESA Y EN SU ENTORNO.
Una regla de contención que
considero crucial es la prohibición absoluta de retirar utilidades por parte de
"dueños", accionistas, etc.
Lo que me falta visualizar es como
avanzar desde esa DISTRIBUCIÓN DEL VALOR DE LA EMPRESA hacia la solución de la
cuestión de LA PROPIEDAD DE LA EMPRESA.
FCG: me permito diferir de tus reflexiones, ya que a mi juicio
todo el razonamiento se construye a partir de una afirmación que es, al menos,
muy discutible.
En efecto,
tu señalas que "Cada uno de los que participan en una empresa con su trabajo debe
tener una retribución que sea proporcional a su aporte a la obra realizada por
esa empresa. Tanto “los trabajadores” como “los empresarios”." lo cual es correcto, sin embargo a continuación agregas "Pero no solamente ellos, sino que también
“los vecinos”, pues estos son “los que dan permiso” para que una empresa
funcione entre ellos." aserto que a mi juicio no es correcto ya
que supone reconocer un derecho de propiedad de uno o más individuos, en
este caso los vecinos, sobre quién puede o no puede instalarse en su vecindario
independiente que cumpla con las leyes.
Si aceptamos la existencia de ese derecho, de aplicar
gravámenes a bienes ajenos (no puedo hacer algo licito en mi terreno porque los
vecinos no me dan permiso"), entonces porque no reconocerles también el
derecho a resolver que vecinos pueden establecerse, exigiendo que sean de
cierta condición social, religiosa, política, étnica etc. que es
como comenzaron los guettos.
El respeto
incondicional a que cualquier persona que cumpla con la ley pueda establecerse
y realizar actividades que respeten las normas que regulan la convivencia
social (leyes y reglamentos) sin requerir de la anuencia de sus
"vecinos" es esencial en una sociedad en la que creemos tener
iguales derechos.
Si se
estima que determinadas actividades, sean estas empresariales o de otra
naturaleza, deben respetar ciertas restricciones o soportar ciertos gravamenes
específicos dada su naturaleza, estos deben ser objetivos, de aplicación
universal y no estar sujetos al parecer de un grupo, cualesquiera sea este,
vecinos, politicas , religiosas etc. que deba dar su "permiso".
Aceptar
este tipo de "derechos" abre la puerta para que hoy sea "no me
gusta esa empresa" y mañana, con igual derecho será no me gustan los
Judíos, los Chinos, o los pobres etc.
Esto que
parece una exageración ya lo vivimos en una sociedad altamente segregada socialmente
si lo elevamos a rango de derecho tendremos a poco andar estas practicas
elevadas a niveles de derechos.
RESPUESTA A FCG: Mi intención es explorar vías para resolver problemas
cruciales que, me parece, no son resueltos ni por las empresas estatales (el
capitalismo de Estado/socialismo marxista-leninista/centralismo burocrático) ni
por las empresas liberales (absolutización de la propiedad privada socialmente
irresponsable).
Unas tienden a producir una nueva
casta partidista (la Nomenklatura) en la cual termina enajenada la propiedad
real de empresas que, supuestamente, por ser estatales debían pertenecer a todo
el pueblo.
Otras tienden a producir una nueva
casta apatrida (una oligarquía plutocrática sin identidad cultural nacional),
que no responde a ninguna pertenencia nacional, que se va haciendo propietaria
de las grandes empresas transnacionales, que van absorbiendo a las empresas
locales, y para las cuales cualquier restricción es una violación a su
"libertad" y para lo cual tienden a imponer en cada país las leyes
que son de su conveniencia.
Especificamente, mi reflexión
parte de la base de lo que es la RSE (Responsabilidad Social Empresarial) proseguida
por la postura del Valor Compartido.
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