sábado, 3 de agosto de 2013

ALCANTARA: ELEMENTOS A FAVOR DEL MEDIOEVO.

En el siguiente texto, Eduard Alcantara establece relaciones entre el espíritu prevalente en la Edad Media y su estructura social con los planteamientos que se pueden hacer hoy frente al mundo moderno.
P/.-

Como se han cargado tintas contra el Medievo reproduzco algo que hace ya unos años le escribía a otro enemigo de la Edad Media y que, de paso, le daba la espalda a la dimensión superior -Metafísica- que atesora el ser humano; dejándolo, así, amputando:
     "El sistema feudal de la Alta Edad Media es, desde el punto de vista organizativo en lo social, un dechado de modelo Tradicional, en el cual cada uno se afana en su ámbito social (sacropolítico, guerrero, laboral,...) de acuerdo a su vocación y a los aportes de conocimientos y experiencias que sus antepasados le han transmitido. Ni que decir tiene que esta sociedad estamental no tuvo un carácter cerrado, pues por méritos de guerra (meritocracia) se accedía, de forma casi natural, a formar parte de la nobleza: aunque lo fuera de la pequeña nobleza como, por ejemplo, fue el caso de los hidalgos castellanos o de los carlans catalanes. ¡Y pocos hidalgos que, gracias al guerrear contra el Islam invasor, hubieron en España que la mayoría de la población puede, rastreando su árbol genealógico, encontrar su origen en la nobleza -incluso en la alta- y hallar su escudo heráldico!
     Y no hacía falta, en el Mundo Tradicional pasar ITVs (en España.-revisión periódica del automóvil) para renovar la condición de noble o para dejar de ser alguien en el seno de las aristocracias. Sabida, p. ej., era la costumbre que tenían los patricios romanos de defenestrar, por innobles y/o indignos de pertenecer a su determinada gens, a hijos de sangre y de, en lugar de éstos, adoptar a otros de otros linajes que hubieran mostrado aptitudes para llevar con dignidad el nombre de la familia.
     Incluso hubo sociedades Tradicionales en las cuales no se dejaba herencia a los hijos o se llegaba a eliminar parte de la herencia (por ejemplo la costumbre de matar la mitad de los caballos) por tal de que el hijo se tuviera que ganar por méritos propios el reconocimiento social que había conseguido el padre y por tal de que el primero no se entregara a la molicie y a la vida muelle por el hecho de haber heredado muchos bienes y encontrárselo, pues, todo hecho.
     Volviendo al Medievo habría que elogiar el equilibrio social existente y la perfecta armonía que se daba entre todos los cuerpos de su entramado social: auténtica sociedad orgánica. En la Alta Edad Media, p. ej., no existía la mendicidad en las ciudades y los casos que empezaron a aparecer a finales de este período se enjugaron primero con la solidaridad familiar, después (si la 1ª no llegaba o era insuficiente) con la solidaridad gremial y si ésta era insuficiente actuaba la solidaridad de la ciudad a través de sus consejos municipales. Por no existir prácticamente, podríamos afirmar que no existían ni los asalariados, ya que los gremios estructuraban la actividad económica en los municipios y en los talleres en ellos encuadrados trabajaban -aparte del maestro- el aprendiz y el oficial y éste no cobraba un suelo fijo sino que recibía una parte proporcional de las ganancias que obtuviera el taller (tal como si fuera también propietario del mismo: se quedaba con parte de las plusvalías). Desgraciadamente, esto cambió en la baja Edad Media y el oficial pasó a percibir un salario fijo.
     Ni habría que ponerse de parte de los revolucionarios franceses de fines del S. XVIII ni al lado de la nobleza decadente ni de la monarquía absolutista contra las que aquéllos se levantaron. Se trataba de una monarquía de naturaleza titánica que basaba su poder absoluto (y por tanto no orgánico y no Tradicional) en la simple fuerza y no en una legitimidad de carácter Superior dada por una transformación interna -metanoia o palingénesis- real experimentada en el interior de la persona de los monarcas. Pero, de todas maneras, debería quedar claro que los principios que vencen como consecuencia de la Rev. Francesa suponen un punto de regresión más en el devenir del hombre a lo largo de la historia: suponen el triunfo del liberalismo (en todos sus ámbitos: también el económico como antesala del capitalismo), de la burguesía como clase dominante, de la desestructuración social –eliminación de los gremios…-, del igualitarismo (a nivel, casi, de dogma religioso incuestionable) nivelador por lo bajo, de la desacralización oficial de la sociedad y su consecuente caída en el materialismo cada vez más indisimulado con todas las lacras representadas por sus excrecencias: marxismo, psicoanálisis, evolucionismo darwinista,...
     Si no tenemos claro que no hay alternativa real al Sistema que no pase por el abandono de su fondo materialista y el encuadramiento en posiciones que siempre tengan un punto de referencia Superior (que vengan de lo Alto) no habremos entendido qué es una auténtica alternativa. No habremos ido nunca a escudriñar cuáles son las causas primeras de los procesos decadentes por los que ha pasado nuestro mundo y que le han llevado a su actual postración y enajenación. Nos quedaremos, en caso de no hacer este escudriñamiento, sólo analizando cuestiones relacionadas con lo económico, lo social y lo político. Presentaremos alternativas sólo en estos ámbitos y de poder llegar (en un caso hipotético) a ponerlas en práctica darían frutos, en dichos campos, a corto plazo (quizás también a medio) pero a largo plazo todo volvería a entrar en barrena debido a que no nos habríamos encargado nunca de transformar al hombre en su esencia y en su interior (facilitándole estos referentes Superiores) y éste volvería, con el tiempo, a caer en individualismos, en egoísmos, en insolidaridades y seguramente en la adopción, de nuevo, del sistema económico más acorde con el individualismo: el capitalismo.
     La única manera, pues, de asentar alternativas duraderas en lo socioeconómico y en lo político es transformando no solo a la sociedad sino también al hombre que las debe implantar y sustentar y esto, ha quedado claro, pasa por defender cosmovisiones de corte Trascendente (léase Tradicional)."

EN RELACIÓN AL PLURALISMO AL INTERIOR DEL TERCER REICH:

     De paso, a raíz de comentarios realizados, querríamos dejar claro que en el seno del III Reich convivieron muchas sensibilidades, posiciones políticas, filosóficas y existenciales distintas y hasta diversas cosmovisiones. Se trató de un régimen político mucho más plural que las dominantes demoplutocracias actuales en las que sólo se admite el juego político y electoral de partidos políticos de corte materialista (ya se titulen éstos de derechas, centro o izquierda; son los únicos con apoyos de la Alta Fianza y con cancha mediática en los mass media) y sólo se admite el Pensamiento Único (aquí en Europa existen muchos revisionistas encarcelados... ¿Ésta es la libertad de expresión que pregona el Sistema?). Pues, como apuntábamos, en el seno del III Reich confluyeron filósofos que, desgraciadamente, no admitían la existencia del componente Eterno del ser humano con otros que sí la concebían ...la élite de las mismas SS no sólo la concibieron sino que pugnaron por su Conocimiento y por recorrer vías espirituales de realización interna y, por ello, en el mismo castillo de Wewelsburg se organizaron siguiendo el mismísimo modelo de la Corte griálica del Rey Arturo y de su Mesa Redonda...

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