DIFUSIÓN DE LA CORRUPCIÓN BAJO EL MANTO PROTECTOR DE LA
GLOBALIZACIÓN.
Ernest
Milá contrapone en este artículo la supuesta tendencia mundial a la
democratización de los pueblos (una tendencia supuestamente establecida por lo
politicamente correcto) con una tendencia facticamente real que está ocurriendo
en cada vez más extendidos territorios del orbe: la tendencia a la corrupción
institucionalizada, sea a través de la entronización de distintos tipos de
mafias, sea a través de desarrollos tribales que se van "mafizando"
al controlar estados más o menos fallidos.
PETRAS
PETRUS DE PETRIS.-
P.S.
¿Como está la cosa en nuestro propio país?
Neodelincuencia con actores
geopolíticos emergentes.
por ERNESTO MILÁ.
El cáncer de la corrupción ha
llegado hasta tal punto en los actores geopolíticos emergentes, que incluso su
misma marcha hacia el pelotón de cabeza de los países “que cuentan” está
comprometido. La corrupción está presente en todos los escalones de la
administración hindú, incluso en los niveles más pedestres; otro tanto puede
decirse de China que, periódicamente, se ve obligada a realizar campañas anticorrupción
a la vista de la proliferación vermicular del fenómeno. En China, la existencia
de un fuerte partido comunista, al ir perdiendo conciencia de sí mismo y de la
propia doctrina a defender, ha generado en su mismo interior fenómenos de
corrupción y centrifugación del Estado (los Estados débiles son más sensibles a
la corrupción que los Estados fuertes). En “democracias” como Brasil o México,
las clases políticas se han habituado a vivir de las suculentas “mordidas”,
pero es que una parte sustancial de la población, a su nivel, también vive de
los circuitos de la delincuencia o, simplemente, está integrada en los mismos.
No se termina de ver la legitimidad que políticos corruptos pueden reclamar a
la hora de perseguir a la delincuencia de a pie. Incluso en países islámicos
como Irán, la corrupción no se mira particularmente mal, en la medida en que el
individuo no la realiza para sí mismo, sino para su familia, su tribu, su clan.
Uno se corrompe, muchos se benefician: luego no existe una condena social a la
corrupción, sino una sed de integrarse en sus circuitos, sea como sea.
Por otra parte, países como
China tienen una gran tradición mafiosa. Las famosas tríadas entran en este
juego todavía hoy. De hecho, el maoísmo no solamente no liquidó estos residuos
de otros tiempos sino que, incluso, Mao–Tse–Tung contó con las “sociedades
bandidos” para organizar su partido comunista en algunas zonas. Aquellas aguas
trajeron estos lodos, y hoy China es un caldo de cultivo extremadamente
favorable para la corrupción interrelacionada con el aparato del Estado.
Sabemos que en el Primer Mundo
las bandas mafiosas jamás podrán acceder al poder, pero sí que se limitarán a
amamantar, convivir y pactar con los gestores del mismo. No estamos, en cambio,
seguros de lo que ocurrirá en los países en desarrollo acelerado. En Colombia
ya existieron casos de narcotraficantes que quisieron –hartos de pagar la
mordida a la clase política– constituirse ellos mismos como clase política de
reemplazo. El gran cambio político que se produjo en Italia en la segunda mitad
de los años 90 no fue motivado por la asfixia del país, sino porque los clanes
de la neodelincuencia estaban hartos de pagar “tangentes” a la clase política
que, muy frecuentemente, superaban el precio mismo de los servicios. Así que
decidieron borrar de un plumazo a la vieja clase política degenerada,
desgastada y avejentada del centro–izquierda y gestionar ellos mismos el poder.
Era la forma de ahorrarse el pago de las “tangentes”.
Existe el riesgo de que, en los
próximos años, las mafias del narcotráfico generen en estos países una
acumulación de capital tal, que controlen amplios sectores de la economía. La
juventud de estos países en desarrollo acelerado, y la inexistencia de
“dinastías económicas”, ha favorecido que las élites corruptas hayan surgido al
calor del poder y conozcan bien sus mecanismos. Por otra parte, en estos países
no existe un marco democrático formal digno de tal nombre. No se sabe el tiempo
que el PC seguirá manteniendo la hegemonía en China, ni lo que ocurrirá cuando
se imponga la democratización política, inevitable e inseparable de la
democratización económica. En ese momento, es indudable que se producirá una
“crisis” y serán precisos reajustes de asentamiento; lo que hoy no puede
predecirse es la dimensión de esa crisis y las consecuencias políticas que
tendrá. Lo que sí parece muy probable es que, en ese momento, distintos grupos
económicos –y no importa si su acumulación de capital se ha logrado por medios
lícitos e ilícitos– “pujarán” y lucharán para controlar el Estado o, al menos,
algunos de sus sectores clave.
Existe otro escalón de menor
importancia, pero fundamental para entender la naturaleza de esta “arista”. En
África ya nadie discute que todos los gobiernos africanos albergan grados extremos
de corrupción y que África es un gigantesco semillero de todas las corruptelas,
no realizadas solamente por mafias, sino por los mismos funcionarios del Estado
que actúan a la manera mafiosa. Estas mafias, a menudo tribales, hoy son el
Estado. Las petroleras han tenido que entenderse con ellas para realizar sus
prospecciones. De la misma forma que la inmigración masiva y salvaje ha hecho
que barrios enteros de los países del Primer Mundo hayan sido colonizados
primero por gentes venidas del Tercer Mundo, luego han practicado la limpieza
étnica contra autóctonos y, finalmente, se niegan a reconocer cualquier norma
(son las zonas de “non droit”); eso mismo ocurre en toda África: toda África es
una gigantesca zona de “non droit” donde solamente rige la corruptela, el racket y el crimen mafioso, sobre unas
poblaciones agonizantes y en estado de depauperación creciente. En extensas
zonas de Asia, en Asia Central, en Iberoamérica, existen similares procesos.
Cada vez más países caen en manos de grupos mafiosos (se llamen como se llamen)
y el drama producido es éste: lejos de ver cómo se amplían los “islotes
democráticos”, estamos asistiendo a la extensión de la corrupción en el Tercer
Mundo como si se tratase de una mancha de aceite.
No hay que perder de vista,
finalmente, que la retórica que alimentó a los “países no alineados” en los
años 60–80 sigue vigente, en parte, todavía hoy. La diferencia es que hoy,
muchos de esos países ya han caído en poder de las mafias de la
neodelincuencia.
Por regla general entre los
actores geopolíticos emergentes hay que aceptar el axioma “Estados débiles –
mafias fuertes”, hasta el extremo de que muy frecuentemente la “mafia” se
confunde con el Estado, lo integra e incluso lo estructura. El caso de Kosovo,
situado en el corazón de los Balcanes es significativo. A pesar de encontrarse
en el interior de un actor geopolítico tradicional, Kosovo es un Estado
frustrado organizado por los intereses de la política norteamericana en Europa
y cuya administración fue entregada a una organización mafiosa, la UÇK. Ahora
bien, en África, no existen mafias en el sentido europeo, el carácter africano
tiene como referencia a la “tribu” y, por tanto, no existen mafias tentaculares
extendidas en el interior de las fronteras de un país concreto, sino
comportamientos corruptos y mafiosos de una familia, un clan, o incuso una
tribu. De hecho, hoy, casi toda África puede ser considerada como un conjunto
de “Estados fallidos” en los que una parte sustancial de la actividad económica
tiene que ver con las actividades de grupos mafiosos y con la corrupción en la
tarea de gobierno.
La existencia de estos grupos
mafiosos, fuertemente armados, suelen ser utilizados por compañías de pocos
escrúpulos que pretenden explotar las riquezas naturales de esas zonas. En el
caso de que la mafia en el gobierno (excluimos por completo que las elecciones
en toda África negra, sean legales y exista en ellas fair play y honestidad en
los recuentos de votos y en a misma realización de las campañas) no acceda a
las condiciones que plantea una multinacional para la explotación de los
riquezas naturales, ésta recurre siempre, invariablemente a suscitar una
revuelta tribal en estado puro o religioso-tribal (en países como Nigeria en
donde cristianismo, islam y animismo chocan con frecuencia) que permite tomar
el control por las armas de esa región y garantizar la explotación del objeto
económico en cuestión.
En otras zonas de Iberoamérica,
la acumulación rápida de capital que genera el comercio de cocaína facilita el
que los grupos mafiosos compren a políticos locales a bajo precio, puedan
realizar sus inversiones y reciclado de dinero negro con tranquilidad e incluso
tiendan a ser un poder paralelo que puede hablar de tú a tú con el poder
estatal excepcionalmente débil y carcomido por corruptos.
En zonas de inestabilidad
permanente como Afganistán, la ausencia completa de actividad económica hace
que la inmensa mayoría de la población agrícola se oriente hacia el cultivo de
las adormideras en un intento de Indochina, verdadero laboratorio mundial de la
heroína. No se trata de que estos grupos “gobiernen” al Estado, sino que el
Estado es débil o prácticamente inexistente lo que facilita el campo de acción
del narcotráfico.
¿Cuál será la evolución en los
próximos años de esta arista? Va a ser muy difícil que en todos estos Estados
de África, Asia e Iberoamérica sea posible desembarazarse de la corrupción en
el interior del Estado, sino que es mucho más lógico pensar, no que va a
producirse una colusión entre los intereses de la neodelincuencia y los de las
clases dirigentes de los Estados, como en los actores geopolíticos
tradicionales, sino que los grupos de neodelincuentes van a dominar, controlar
e incluso gobernar en mayor o menos medida en estos Estados: la neodelincuencia
dominará más allí donde haya “menos Estado”, controlará menos allí donde el
Estado sea más fuerte. La lista de “Estados fallidos” irá en aumento.
Países como China, India,
Pakistán, Irán o Brasil, verán como el poder se va fracturando y, poco a poco,
sectores del mismo son ganados para la neodelincuencia. Las prácticas mafiosas
se irán ampliando, la corrupción se enseñoreará a partir de crisis de
crecimiento por las que les será necesario pasar al cambiar su estructura
social. China puede dar sorpresas en esta dirección y sufrir problemas
interiores extremos, pero también India e Irán y, por supuesto Brasil, país que
sufrirá una crisis económica sin precedentes en esa zona cuando reviente la
burbuja inmobiliaria que ya ha alcanzado una masa crítica explosiva.
En general, es de prever que
los intereses contrapuestos que actúan en esas zonas generen más guerras
civiles en África, provoquen situaciones de tensión civil en Asia y estallidos
de violencia en Brasil, situaciones que, en su conjunto, serán favorables para
la acción de las mafias, el tráfico de armas, la exportación de oleadas de
inmigración masiva y el debilitamiento de los Estados, incluso en el caso
Chino.
EN EL ARTÍCULO COMPLETO ERNESTO MILÁ RELACIONA LAS NEODELINCUENCIAS ADEMÁS CON
LOS ACTORES GEOPOLÍTICOS BIEN ESTABLECIDOS:
COMENTARIOS RECIBIDOS:
ANTONIO
GIL:
“Muy interesante. Se agradece la clara y
lúcida mirada del fenómeno.”
XAVIER LE PARISIEN:
“Los USA instalaron la
mafia en Italia en los años 50. Luego la permitieron en Kosovo, etc.
Por lo visto es
una táctica que no comprendo.”
PETRAS PETRUS
DE PETRIS:
Lo que hay que explorar más son las concomitancias entre corrupción y
globalización.
FERNANDO ALONSO:
“Es tan interesante el tema que necesitamos saber las fuentes que
dispuso Milá para la redacción de este valioso artículo.”