La tradición socio-política hispánica contemplaba que, paralelamente al ejercito profesional (el Ejercito de Línea) se formaran regimientos de milicias, con los vecinos masculinos adultos en condiciones de portar armas, con el fin de defender el territorio en el que habitan y poder enfrentar a los enemigos que pudieran acechar.
Durante los siglos XVII, XVIII y comienzos del XIX, el Ejercito de Línea hispánico se ocupaba de proteger ciertas áreas fronterizas especialmente riesgosas (como la Frontera con los Araucanos al sur del Reino de Chile), pero la seguridad imperial de las Españas en el continente americano estaba al cuidado de los regimientos de milicias, que venían a ser el pueblo en armas para su propia defensa, esto es, constituían la expresión armada de la comunidad organizada.
En el artículo que transcribimos a continuación se narra la experiencia de como los vecinos de la villa de San Carlos y de la ciudad de San Fernando en la Bahía de Maldonado (en lo que es hoy la República Oriental del Uruguay), organizados en milicias, supieron hacer frente al invasor inglés que quería meter su cuña en la Franja Oriental del Río de la Plata en 1804-1806.
En noviembre de 1806, el regimiento de milicianos de San Carlos dirigidos primeramente por el Teniente de Fragata Agustín Abreu Orta, luego por el por el Capitán José Martínez y finalmente por el Teniente Coronel José Moreno, supieron derrotar a las invasoras fuerzas militares inglesas.
Artículo de Mónica Nicoliello, Profesora de Historia en la Universidad de la República (Montevideo) y Doctora en Psicología de la Universidad Atlántica Internacional a Distancia (EEUU). Tomado del sitio web “Indiberya, causa común”. Texto reproducido de EL ESPÍA DIGITAL:
http://85.214.222.163/index.php?option=com_content&view=article&id=3594&Itemid=65
Durante los siglos XVII, XVIII y comienzos del XIX, el Ejercito de Línea hispánico se ocupaba de proteger ciertas áreas fronterizas especialmente riesgosas (como la Frontera con los Araucanos al sur del Reino de Chile), pero la seguridad imperial de las Españas en el continente americano estaba al cuidado de los regimientos de milicias, que venían a ser el pueblo en armas para su propia defensa, esto es, constituían la expresión armada de la comunidad organizada.
En el artículo que transcribimos a continuación se narra la experiencia de como los vecinos de la villa de San Carlos y de la ciudad de San Fernando en la Bahía de Maldonado (en lo que es hoy la República Oriental del Uruguay), organizados en milicias, supieron hacer frente al invasor inglés que quería meter su cuña en la Franja Oriental del Río de la Plata en 1804-1806.
En noviembre de 1806, el regimiento de milicianos de San Carlos dirigidos primeramente por el Teniente de Fragata Agustín Abreu Orta, luego por el por el Capitán José Martínez y finalmente por el Teniente Coronel José Moreno, supieron derrotar a las invasoras fuerzas militares inglesas.
Artículo de Mónica Nicoliello, Profesora de Historia en la Universidad de la República (Montevideo) y Doctora en Psicología de la Universidad Atlántica Internacional a Distancia (EEUU). Tomado del sitio web “Indiberya, causa común”. Texto reproducido de EL ESPÍA DIGITAL:
http://85.214.222.163/index.php?option=com_content&view=article&id=3594&Itemid=65
“España en verdad no era un Imperio, por lo cual no había ejército de ocupación español en América, sino algunas guardias fronterizas que no pasaban de unos pocos centenares de hombres, y cuando se producía la invasión de una potencia extranjera como podía ser Gran Bretaña, eran los propios vecinos de las ciudades, pueblos, lugares y villas, los que organizaban milicias populares para su defensa, en muchos casos con apoyo de los indios”
Aunque hubo antecedentes de resistencia popular en Cartagena de Indias y La Habana, la batalla de San Carlos es la primera de la era napoleónica en que se organizan milicias ciudadanas en Hispanoamérica con un claro sentido de patriotismo. Estas milicias populares eran el “brazo armado” de los Cabildos, una especie de embrión de ejército nacional.
Las primeras milicias populares de la era napoleónica.
SAN CARLOS: LAS PRIMERAS MILICIAS POPULARES DE LA ERA NAPOLEÓNICA
Vamos a dedicar este artículo a la heroica resistencia que el pueblo carolino opuso a los ingleses una vez que consiguieron introducirse en la bahía de Maldonado, no solo para que se conserve la memoria de los valerosos vecinos de San Carlos, sino por las consecuencias que esta resistencia tuvo en el Río de la Plata y en el mundo.
A mediados de octubre de 1806 los británicos, dirigidos por el Comodoro Home Riggs Popham, trataron de tomar la ciudad fortificada de San Felipe y Santiago de Montevideo, pero fueron rechazados, y entonces atacaron la ciudad de San Fernando de Maldonado, al este de la Banda Oriental, actual Uruguay, el 20 de octubre.
Cuando pensamos que la defensa de este inmenso territorio dependía de los modestos recursos de los vecinos y milicianos de las villas, fuertes y ciudades fortificadas de la costa, no podemos dejar de sentir admiración por nuestros antiguos paisanos. Ellos siempre eran la primera línea de fuego de cualquier ataque enemigo.
España en verdad no era un Imperio, por lo cual no había ejército de ocupación español en América, sino algunas guardias fronterizas que no pasaban de unos pocos centenares de hombres, y cuando se producía la invasión de una potencia extranjera como podía ser Gran Bretaña, eran los propios vecinos de las ciudades, pueblos, lugares y villas, los que organizaban milicias populares para su defensa, en muchos casos con apoyo de los indios.
Un motivo importante que tenían los ingleses para atacar y destruir las ciudades y villas de Maldonado, era que durante la segunda mitad del siglo XVIII España había instalado allí la Real Compañía Marítima con la finalidad de explotar la pesca y caza de ballenas y de lobos marinos. Al principio su jurisdicción se limitaba a las costas de Maldonado, pero después se la extendió hasta la Patagonia y las Islas Malvinas en la boca del Estrecho de Magallanes, produciéndose un primer movimiento colonizador de los vecinos de Maldonado hacia dichas islas, atraídos, sobre todo, por las oportunidades que ofrecía la explotación de ballenas y focas.
Además, Montevideo era Apostadero Naval del Atlántico Sur, Patagonia e Islas Malvinas. De manera que no tenemos que imaginar a la Banda Oriental (el antiguo Uruguay) proyectándose solamente hacia el Norte, hacia las Misiones, sino hacia el Atlántico Sur.
Ya el 5 de octubre de 1804, cuatro fragatas que habían salido del puerto de Montevideo al mando del Brigadier José de Bustamante y Guerra, fueron apresadas por los británicos frente a Portugal en tiempo de paz, saqueadas, voladas y enviados sus restos a Inglaterra sin mediar declaración de guerra.
En la escuadra viajaba el Mayor General Diego de Alvear con su esposa y sus ocho hijos, de los cuales murieron 7. Fallecieron 269 personas y fueron robados (y nunca devueltos ni reclamados todavía por Uruguay, Argentina o España) 3 millones de pesos. Toda la prensa de la época, y hasta la prensa británica de entonces -en una actitud que contrasta con la británica y ”occidental” de nuestros días- criticó el acto de terrorismo marítimo y clarísima violación del Derecho Internacional; y no vaciló en calificar a Gran Bretaña como Estado-pirata, terrorista y villano:
”Un gran delito acaba de cometerse [...] La ley de las naciones ha padecido la violación más atroz: una potencia amiga ha sido atacada por nuestra fuerza pública en medio de una profunda paz [...] sus leales súbditos han perecido en su defensa, infestando nuestras costas sus saqueados tesoros, y, como el de un pirata, nuestro pabellón tremola sobre el débil, el infeliz y el oprimido”.
En enero de 1806, el Comodoro Home Riggs Popham ocupó por la fuerza El Cabo, en Sudáfrica. Al caer la tarde del día 22 de junio de 1806, una nave española informó en el puerto de la Ensenada de Barragán, al este de Buenos Aires, que el próximo objetivo del Comodoro era la capital del Virreinato del Río de la Plata. El Virrey Rafael de Sobremonte ordenó reforzar posiciones al Capitán de Navío Santiago de Liniers y Brémond, y el 24 de junio publicó un Bando convocando a todos los hombres aptos para tomar las armas a incorporarse en el plazo de tres días a los cuerpos de milicias. Por la tarde, al recibir informes de Liniers sobre movimientos ingleses el Virrey firmó una orden de movilización.
A las 11 de la mañana del día 26 de junio, El General William Carr Beresford marchó sobre la ciudad al son de tambores y banderas desplegadas al viento. Con paso acompasado y aire marcial, avanzó, al son de la gaita, el Regimiento 71 de Highlanders. El Subinspector General de Tropas Pedro de Arce intentó detenerlos con una fuerza de 600 milicianos, pero fueron arrollados.
En consonancia con la política internacional iniciada por Gran Bretaña en 1804, el 20 de octubre de 1806, la ciudad de San Fernando de Maldonado, en Uruguay, fue saqueada, sus mujeres violadas, los sitios religiosos profanados, y en general, sus habitantes sometidos a todo tipo de desmanes por los británicos durante tres días con sus noches. De todo lo cual los fernandinos dejaron luego constancia en acta pública.
Los británicos avanzaron sobre la Banda Oriental hasta que se encontraron con San Carlos, llamada así en honor a Carlos III. Desde su origen, los carolinos fueron un pueblo orgulloso. En 1790, cuando la villa cumplió 27 años elevaron un Memorial donde puede leerse:
”Digan y aleguen las razones que quieran los individuos de Cavildo y vecindario de Maldonado. ¿Quién ha fomentado aquella Ciudad y sus moradores sino los de esta Villa? ¿Quién ha dado víberes para la Tropa de guarnición en aquella ciudad, y en la Isla años atrás, sino los vecinos de esta Villa? ¿Quién ha dado víberes para la Tropa de Santa Teresa, para las de Rio Grande, mientras estubo por España, y también para las dos Brigadas, que estuvieron acampadas de aquí una legua, en el Rincón, sino este vecindario que le socorrió con el pan cocido, con los miles de anegas de arina, que condujeron estos vecinos a dicho Rio Grande, y a Santa Teresa, y también otros víberes de esta Villa, y su jurisdicción?
”De esta Villa, y sus Partidos salieron miles de anegas de Trigo y Maíz en los años pasados para la ciudad de Buenos Ayres y las Malvinas: en una ocasión sola salieron tres mil anegas de Trigo embargado a este vecindario por el comandante Bobadilla a razón de tres pesos anega, el cual se vendió en la Casa de Residencia, por quartillos a razón de seis pesos al vecindario de Buenos Aires en tiempo que no tenía pan que comer. En el mismo año lograron algunos vecinos de Maldonado venderlo a siete pesos, porque allí no había embargo.
”En este año salieron los Diezmos del presente y del pasado para Buenos Aires. De aquí salen sin cesar todos los meses, y todas las semanas las carradas de trigo, de maíz, de grasa, de sebo, de cueros, de quesos superiores, y mantequilla igual para la Ciudad de Montevideo con las guías del Ministerio de Maldonado, en donde paga este vecindario los Derechos de Alcavala, y otros”. Fuente: Semanario El Carolino.
”De esta Villa, y sus Partidos salieron miles de anegas de Trigo y Maíz en los años pasados para la ciudad de Buenos Ayres y las Malvinas: en una ocasión sola salieron tres mil anegas de Trigo embargado a este vecindario por el comandante Bobadilla a razón de tres pesos anega, el cual se vendió en la Casa de Residencia, por quartillos a razón de seis pesos al vecindario de Buenos Aires en tiempo que no tenía pan que comer. En el mismo año lograron algunos vecinos de Maldonado venderlo a siete pesos, porque allí no había embargo.
”En este año salieron los Diezmos del presente y del pasado para Buenos Aires. De aquí salen sin cesar todos los meses, y todas las semanas las carradas de trigo, de maíz, de grasa, de sebo, de cueros, de quesos superiores, y mantequilla igual para la Ciudad de Montevideo con las guías del Ministerio de Maldonado, en donde paga este vecindario los Derechos de Alcavala, y otros”. Fuente: Semanario El Carolino.
Las milicias populares de San Carlos logran detener el avance británico en la Banda Oriental
A este verdadero Imperio, tan peligroso como poderoso, cruel, e implacable, que era ya Gran Bretaña, iban a enfrentarse nuestros humildes paisanos de la villa de San Carlos, sin más recursos que su valentía y determinación. Los ingleses, que venían de saquear San Fernando de Maldonado, se dirigieron a la vecina villa, a 15 kilómetros de distancia, en dirección norte, tratando, evidentemente, de introducirse en la Banda Oriental si podían vencer la resistencia carolina.
La batalla de San Carlos tuvo lugar el 7 de noviembre de 1806, en la intersección de las actuales calles Sarandí y 4 de Octubre. Las milicias populares carolinas, dirigidos por el Teniente de Fragata Agustín Abreu Orta, opusieron a los británicos una feroz resistencia. Herido, Abreu fue conducido en catre de tientos a la casa de Francisco Payán. Falleció el 10 de noviembre y se le dio sepultura en el cementerio de la Iglesia cuya piedra fundamental puso el Padre Amenedo en 1792 y cuyas lápidas antiguas todavía pueden verse. Su contemporáneo José Prego de Oliver le dedicó un poema en el que describió su muerte.
El Teniente Abreu fue reemplazado por el Capitán José Martínez, quien también murió en el campo de batalla. Pero los carolinos no se rindieron, y el Teniente Coronel José Moreno se convirtió en el nuevo jefe de las heroicas milicias.
Las milicias carolinas no solo impidieron que la villa fuera tomada, sino que desde allí lanzaron una contraofensiva, sitiando San Fernando de Maldonado y tratando de reconquistarla. San Carlos asumió entonces la defensa de toda la Banda Oriental e incluso del Río de la Plata. Los británicos se instalaron en Maldonado durante dos meses, hasta que se desencadenó una epidemia. Al abandonarla, saquearon las chacras de los alrededores de San Carlos.
Los héroes del bicentenario (1806-2006)
El 7 de noviembre de 2006, con motivo de los 200 años de la batalla de San Carlos se inauguró la Plazoleta del Combate de San Carlos en honor a los héroes que dieron su vida luchando contra los invasores ingleses.
Resistencia heroica de Montevideo
Con la finalidad de quebrar esta resistencia popular, el 15 de enero de 1807 el Brigadier General Samuel Auchmuty, a las órdenes de John Whitelocke, intimó al Virrey Sobremonte la rendición de Montevideo, que autoridades y pueblo rechazaron como ”un insulto al honor y la lealtad”.
Al día siguiente, los ingleses desembarcaron en la playa de El Buceo. El Coronel Santiago Alejo de Allende trató de impedir el desembarco con milicianos de Córdoba y Paraguay, enrolados por Sobremonte. Entre quienes combatieron ese día se encontraba el futuro héroe nacional José Artigas. El 19 de enero los británicos terminaron de desembarcar y derrotaron a las fuerzas de Allende. Al conocerse la noticia, se convocó en Montevideo una Junta de Guerra, que decidió pedir ayuda a Buenos Aires y enfrentar a los ingleses a la altura del Cristo del Cardal, paraje donde actualmente se encuentra el edificio de la Universidad de la República.
El martes 3 de febrero de 1807, luego de una heroica resistencia, los ingleses se apoderaron de Montevideo. La Ciudad-Fuerte fue sometida a un intenso bombardeo desde el día 21 de enero hasta el 2 de febrero, en que los ingleses lograron abrir una brecha en la muralla a la altura del Portón de San Juan. Al intentar introducirse se trabaron en combate con los nuestros, muriendo en el forcejeo 400 montevideanos y 500 británicos. La ciudad fue saqueada y la población sometida a vejámenes. Por todas partes se veían muertos y heridos que agonizaban horriblemente:
”[...] era necesario ponerlos en el suelo sin más cama que su propia sangre, en que se revolcaban dando quejidos dolorosos y pidiendo el socorro que no se les podía dar [...]” (Testimonio de Pérez Castellano).
Al despuntar la mañana del 3 de febrero de 1807, mientras se disipaba la fría y densa niebla, los vecinos de Montevideo no dejaban de escuchar los ayes de las viudas y heridos del día anterior.
”Escenas de represalias sangrientas, de saqueos y violaciones, fueron perpetrados ese día por los invasores hasta que Auchmuty pudo imponer orden a los suyos. La matanza había sido horrorosa y continua por ambos lados. Por todas partes veíanse filas de heridos, de muertos y de moribundos, y por todas las calles encontrábanse literas que conducían a los pacientes a los hospitales y a las iglesias” -escribió Robertson (comerciante de origen inglés radicado en Montevideo) sobre las consecuencias del asalto británico a la ciudad.
Pero nadie se había rendido. El 6 de febrero la noticia de la toma de Montevideo llegó a Buenos Aires, donde se iniciaron acciones para su Reconquista.
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